¡Ay!, vivían. Vivían con acuciantes necesidades materiales
y espirituales. Pero he aquí que la carencia, al modo de las
sabias consideraciones del Quijote, avivaba el ingenio, el
ansia de aventura en el mejor sentido.
*
Unos grandes consumidores de palabras; y de sueños. De
palabras en grupo, de imaginación y sueño a solas, en el tal
hosco paisaje castellano donde el escaso calor lo ponía una
sopa lavada de taberna y un corazón sentiente que hoy, en
algunos, late todavía.