Bien podrían transcribirse aquí las palabras de Juan de Valdés en su Diálogo de la Lengua: "...solamente tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible".
En efecto, Ricardo Martínez-Conde, en esta cuidada entrega poética, no hace sino refrendar en sus versos la recomendación del maestro. De ahí el que se pueda considerar que estamos ante un libro esencial, elegante, bello. Un regalo tan sencillo como significativo para todo lector deseoso de sentir, en el confiado ejercicio de leer, compañía y reflexiva emoción.
Se aprende la parcialidad para vivir.
No es como las hojas en otoño: únicas.
O como el agua: sola y desnuda.
Se mezclan los aromas,
se duermen los nombres,
se deshilan los años transcurridos...
Y al fondo el abstracto de una fe:
¡que a alguno nos ampare!
Poesía que nace del conocimiento y no olvida el valor de intimación por parte del destino humano.
(José María Barreda, ABC)
