A la poesía, al modo de una orilla, van a converger los símbolos:
los restos del día, los restos del amor; allí se juntan, en mayoría, los
jirones de la derrota. Pero a la vez es el único lugar en que no es
triste la derrota, pues el significado de las cosas, una vez frío, inerte,
solo, es comprensión más que dolor. Aún más: pudiera considerarse
alimento objetivo para lo que nos quede de camino.
Al poema van a entregar no su vida, sino su significado, hasta
las más pequeñas convicciones, amén de los proyectos siempre
inacabados. En tal sentido no es creación el poema (¡qué puede crear
el hombre que no le haya sido dado!) sino análisis, elaboración,
sospecha, don del equilibrio, tristeza, principio de armonía...
No: el verso no nace, despierta tan solo
*
Poesía, no solo para el amor y la muerte y la resurrección del
tiempo, sino también para la vasija de barro, para la retama, para
las nubes más lejanas y el dolor del codo y la versatilidad de los
peces y los incendios forestales...
Poesía para todo aquello que la necesite, que es todo y somos,
perennes en la sombra, todos