Poco ha sido cuanto he donado; mi verso
y mi camino, mi duda y mi pasión han sido
para aquel que no existe acaso, para aquella que
acepta la verdad de su corazón; para el que
ansía y el que habita en la nieve.
Al fin, aún sin destino, desde mí he sido entonces
en todo aquello que es una forma de fe, una
suerte de debilidad y entrega que he compartido
con la sombra. Ahora bien, ¿quién de vosotros
tendría la libertad de decir que no hay nadie
en la sombra?
***
Sería necesario tener un corazón de verdad,
a la altura de las rocas, para decir con propiedad
qué se espera cuando la luz muere y
se extiende el silencio